Durante más de cinco siglos, el Honrado Concejo de la Mesta agrupó a los ganaderos de ovejas trashumantes disfrutando de numerosos privilegios y poder fáctico que hicieron de ella todo un estado dentro del Estado.
Mucha gente ha oído hablar de la trashumancia o de las cañadas reales, pero pocas personas conocen lo que fue la Mesta, la organización de ganaderos castellanos que existió desde 1273 hasta 1836 y que en determinados periodos tuvo una fuerza muy determinante, primero en el reino de Castilla y en España después. Fue un gremio, pero sus miembros, en lugar de residir en una sola población, estaban dispersos por todo el reino de Castilla.
Podemos considerar que su historia comienza tras la victoria cristiana en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, cuando se reconquistaron nuevos territorios en el sur peninsular donde los rebaños podían pastar en invierno. Esas tierras pertenecían en su mayoría a las órdenes militares y cobraban por permitir pastar en ellas, por lo que hadan un buen negocio. Luis Aguierre afirma que ya en el siglo VI había asambleas de pastores para devolverse el ganado extraviado y encontrado por otros. Se dice que Mesta procede de mezcla o del árabe mechta - campamento invernal.
Ya Alfonso VIII, antes de 1214, facilitaba el movimiento de ganados para los eclesiásticos -monasterios y obispados- con derechos de paso y pasto. Alfonso X - a quien se considera como fundador- extendió esas leyes para todo el mundo al organizar el Honrado Concejo de la Mesta en 1273 como una unión de agrupaciones locales o mestas ya existentes. Agrupaba a todos los pastores de Castilla y para el rey supuso el poder imponerles fácilmente un impuesto denominado servicio y montazgo o servicio de los ganados que, desde 1277 hasta 1492, se encargaban de cobrar los banqueros judíos al servicio del rey a cambio de una comisión, por lo que eran implacables. No olvidemos que el reino de Castilla incluía toda la península Ibérica excepto los reinos de Portugal, Navarra, Aragón y Granada.
A los pastores les pareció bien el disponer de una organización para poder defender sus intereses porque, a cambio de los impuestos, en el privilegio se establecía que lo decidido en las asambleas que celebraba la Mesta contaba con el respaldo del rey y era de obligada cumplimiento para los pastores y también para los pueblos por donde pasaban los rebaños y las dehesas donde pastaban, es decir, para toda Castilla. Los encargados de hacerlas cumplir eran los alcaldes entregadores, funcionarios nombrados por el rey a propuesta de la asamblea y con jurisdicción en todo el estado. Uno de ellos era nombrado entregador mayor
Los primeros rebaños de este ganado llegaron desde España. Ya en el siglo VIII los criadores de nuestro país habían comenzado a seleccionar las mejores ovejas para obtener fibras de lana más finas, con tanto éxito que se prohibió su exportación bajo pena de muerte. Sólo en 1765 se regalaron unas cuantas al Elector de Sajonia, y poco después la raza se extendió por Europa. El capitán John Macarthur llevó las primeras 30 ovejas merino a Australia en 1789, con la segunda flota de convictos americanos. Unos años más tarde recibió su primera donación de terreno junto a Sidney y las ovejas se multiplicaron a gran velocidad. En 1792 ya contaba con 300. En 1800 el número de ovejas merino en Australia llegó a 6.000 ejemplares, una cifra insignificante si consideramos los72,6 millonesque se contabilizaron en 2015.
https://machbel.com/a-rapa-das-bestas-peluqueria-de-caballos-en-sabucedo-galicia/ A Rapa das Bestas es una de esas fiestas que debido a su espectacularidad, desde hace unos años está teniendo un gran auge. La rapa das bestas es una actividad típica en Galicia, donde se recogen los caballos salvajes que viven en los montes cercanos para cortarles las crines y la cola, desparasitarlos y marcarlos. La de Sabucedo, que se celebra el primer fin de semana y lunes de julio, es la más famosa, pues no se usan cuerdas, palos o aparatos para reducir al animal, tan sólo la fuerza de los aloitadores, que se juegan el tipo saltando y derribando a los caballos salvajes.
El baile del caballoCamino al curroEl curroCaballos salvajes entrando en el curroCurro lleno de caballos salvajesAntes de empezar la rapa en sí, los caballos descansan y se tranquilizan en unos cercados próximos al pueblo, a los que llegan tras cruzar por el medio del pueblo, los puestos de pulpo a feria y las tiendas de campaña. Como en toda fiesta gallega, el comer bien es algo indispensable, por lo que durante estos días Sabucedo se llena de puestos de pulpo, churrasco y carne a la parrilla que hacen las delicias de los visitantes. El pulpo a la gallega sabe mucho mejor en estos puestos que en cualquier restaurante.
Sonrisa gingivalNiños cogiendo un potro salvajeCaballo antes de ser rapadoAloitadores lanzándose sobre el caballoEl sábado sobre las 7 de la tarde empieza la primera rapa del fin de semana en el curro, un recinto tipo anfiteatro donde se lleva a los caballos para raparlos. El curro tiene asientos para unos 2000 espectadores que quieren ver la fiesta, pero con la gran afluencia de público se llena rápidamente, por lo que es aconsejable comprar la entrada (10€ adultos, 5€ niños) lo antes posible, así como coger sitio nada más abrir las puertas.
Aloitadores lanzándose sobre el caballoCaída del caballo de un aloitadorAloitador cabalgandoAloitadora cabalgandoY llega el gran momento. Las puertas del curro se abren, y cientos de caballos salvajes gallegos entran corriendo en el curro hasta que ya no entra ni un alfiler. La primera parte de la rapa consiste en llevar a los potros en un recinto anexo, para que no sufran ningún daño debido al nerviosismo de los caballos. Para ello, los niños, ayudados por adultos, los cogen por las orejas y los separan del resto de la manada.
Todos al sueloCaballo en posición de rapaManos sobre el caballoRapando al caballoDespués, es el turno de los aloitadores, los encargados de saltar sobre los caballos y reducirlos usando tan solo la fuerza de sus brazos, aplicando técnicas con siglos de antigüedad. Un aloitador salta sobre el caballo para taparle los ojos y así desorientarlo, otro lo coge por el cuello para pararlo, y un tercero lo agarra por el rabo para intentar desestabilizarlo. El jinete tiene que bajar del caballo deslizándose alrededor de su cuello, y una vez inmovilizada a la bestia de pie o tumbada, según la fuerza del animal, se le corta la crin, la cola y se le administra antibiótico.
Rapando al caballoCara a caraCocesAloitador esperando su turnoAsí, hasta llegar a rapar más de 600 caballos durante los 3 días de fiesta, en un espectáculo que conjuga fuerza, maña y mucho valor. Los caballos son salvajes y no están acostumbrados a estar encerrados, por lo que dentro del curro hay muchas peleas entre los machos y con los aloitadores que intentan subirse encima de ellos. Aunque la fiesta parezca muy salvaje, los organizadores aseguran que el animal no sufre ningún daño, más allá del estrés de estar todos agrupados, pero que se compensa con la mejor higiene con la que vuelven a su hogar en en monte.
Caballos gallegos salvajesCaballo burlónFin de la rapaContento por el trabajoDe los aloitadores no se puede decir lo mismo, pues es fácil que alguno se rompa un brazo, sufra contusiones y pase dolorido varios días, pero la recompensa del trabajo bien hecho y el haberse enfrentado con estas bestas es pago suficiente para repetir la hazaña año tras año.
A Rapa das Bestas es una de esas fiestas que hay que ver para comprender lo que significan tanto para Sabucedo como para los 30.000 visitantes que tiene cada año, que además de ver el espectáculo de la rapa, disfrutan de unos días de acampada con conciertos en plena naturaleza gallega.