jueves, 15 de febrero de 2018

LA MESTA

Extraído de https://stravaganzastravaganza.blogspot.com.es/2012/12/la-mesta.html

Durante más de cinco siglos, el Honrado Concejo de la Mesta agrupó a los ganaderos de ovejas trashumantes disfrutando de numerosos privilegios y poder fáctico que hicieron de ella todo un estado dentro del Estado.
Mucha gente ha oído hablar de la trashumancia o de las cañadas reales, pero pocas personas conocen lo que fue la Mesta, la organización de ganaderos castellanos que existió desde 1273 hasta 1836 y que en determinados periodos tuvo una fuerza muy determinante, primero en el reino de Castilla y en España después. Fue un gremio, pero sus miembros, en lugar de residir en una sola población, estaban dispersos por todo el reino de Castilla.
Podemos considerar que su historia comienza tras la victoria cristiana en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, cuando se reconquistaron nuevos territorios en el sur peninsular donde los rebaños podían pastar en invierno. Esas tierras pertenecían en su mayoría a las órdenes militares y cobraban por permitir pastar en ellas, por lo que hadan un buen negocio. Luis Aguierre afirma que ya en el siglo VI había asambleas de pastores para devolverse el ganado extraviado y encontrado por otros. Se dice que Mesta procede de mezcla o del árabe mechta  - campamento invernal.

Ya Alfonso VIII, antes de 1214, facilitaba el movimiento de ganados para los eclesiásticos -monasterios y obispados- con derechos de paso y pasto. Alfonso X - a quien se considera como fundador- extendió esas leyes para todo el mundo al organizar el Honrado Concejo de la Mesta en 1273 como una unión de agrupaciones locales o mestas ya existentes. Agrupaba a todos los pastores de Castilla y para el rey supuso el poder imponerles fácilmente un impuesto denominado servicio y montazgo o servicio de los ganados que, desde 1277 hasta 1492, se encargaban de cobrar los banqueros judíos al servicio del rey a cambio de una comisión, por lo que eran implacables. No olvidemos que el reino de Castilla incluía toda la península Ibérica excepto los reinos de Portugal, Navarra, Aragón y Granada.


A los pastores les pareció bien el disponer de una organización para poder defender sus intereses porque, a cambio de los impuestos, en el privilegio se establecía que lo decidido en las asambleas que celebraba la Mesta contaba con el respaldo del rey y era de obligada cumplimiento para los pastores y también para los pueblos por donde pasaban los rebaños y las dehesas donde pastaban, es decir, para toda Castilla. Los encargados de hacerlas cumplir eran los alcaldes entregadores, funcionarios nombrados por el rey a propuesta de la asamblea y con jurisdicción en todo el estado. Uno de ellos era nombrado entregador mayor